jueves, 30 de abril de 2009

Peugeot 306


1

 ¿Tú me quieres sólo para follar?, interrumpiendo la vista de Miguel concentrada hacia la máquina dispensadora de gasolina. -Y a qué viene todo esto, perfectamente sabes que nos conocimos y desde ahí que no hemos parado, en ningún instante hemos hablado de sentimientos, ¿por qué ahora?- Fijando la mirada en la copiloto de su Peugeot trescientos seis.

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            El viento soplaba a una intensidad placentera, era agradable bajar el vidrio y sacar la mano hacia afuera para percibir con tus sentidos lo armonioso entre las manos y el aire. Haciendo creerle a tu mente de que tu mano es una nave que va veloz hacia su misión encomendada. Los ojos son golpeados por las luces encendidas de la avenida que están cada veinticinco metros. Observo que vas serio y el trayecto se hace eterno, pasas cambios por inercia, cambias la emisora de la radio para mantenerte ocupado y evadir algún tipo de conversación que quiera plantearte. Claro por tu mente debes pensar, que quiero volver a hablar del tema, allá en la estación de servicio. Saco mi rostro, me dejo envolver por la frialdad de la noche y esa humedad que expele la tierra.

Me dices que debemos sonreír una vez que bajemos del auto.

 3

   ¡Bueno señores y señoras!, me es grato que estén hoy en mi cumpleaños número veintisiempre. Sí ríanse, pero les digo que me siento más vivo que nunca y bueno que les puedo decir, no soy muy bueno para esto. Lo único que les digo es que hay mucho que comer, mucho que beber así que quiero se consuman todo, por que así mañana todo lo encontraré vacío y listo para recoger con una bolsa de basura. 

Puta hueon esta mina me salió con sentimientos de por medio, hueon. Y la dura que no estoy ni ahí de involucrarme tanto hueon. El problema, y fíjate bien ahora hueon, en todo momento me persigue con su mirada. Claro hueon, cree que pasa piola ahí con las demás. Pero yo creo que esta va a ser la última vez que me veas con ella. Sí sé que está más rica que la cresta. Pero el otro día me contó que es casada y tiene dos hijos. Y me anduvo funando un poco. Y ahora me pregunta si la quiero sólo pa’ tirar, que no me venga con esas huevás ahora po’ hueon. No, si se viene complicado el futuro, te aseguro que va a haber su atado de por medio, lo estoy cachando

5

 Esa casa era algo así como un cabaret: lleno de humo, mujeres hermosas, alcohol, drogas, y risas que inundaba a todo el barrio. La voz se elevaba a altos decibeles, y el exceso era inevitable, todos llevaban en su poder un vaso con dos hielos y un buen fuerte dentro de él. Se calentaba el plato en el microondas por treinta segundos, y se dejaba caer una roca de lo más lindo, como le llaman los chicos del monolito. Las pupilas se dilataban y el alcohol empapaba las secas gargantas que clamaban a gritos una gota de humedad. Los amantes se observaban y los estimulantes estaban dando sus resultados, en cada mirada se divisaban en sus pensamientos. Siendo estos llevados a cabo en encuentros furtivos con el baño. El calor se sometía a sus cuerpos, y ese fulgor ya no daba para más debían salir de ese lugar. 

-¡Pásamelo papito!-, -¡eso déjame tocarlo!-

Me tienes muy caliente mierda, deja de decir eso, y ocupa tu boca en otra parte será mejor. -Estás seguro, es que me dan ganas de comerlo cuando lo tengo en la boca-.

Pues cómelo, pero déjame tocar tus tetas.

 -¡hey! Muérdeme los pezones. Eso, ¡fuerte! ¡Fuerte!, dale sin miedo-. Me encanta. ¡Sácatelo! y mételo me tienes toda mojada. Toca. ¿Sientes? ¡Quiero que me lo metas ahora!

Espera, que apuro tienes, me lo voy a sacar pero ven, acércate. Agáchate.

 -Tómame el pelo-.

¡Eso así! trágatelo todo, me encanta cuando la chupas. Escúpeme. Vamos date vuelta, abre la guantera, mete tu mano hay un condón por ahí. Por que no me lo colocas, ¿eh?, te encanta tenerlo en las manos y esa lengua tuya es muy loca. Vamos date vuelta.

 

Entre gemidos y fuertes movimientos estuvieron ahí estacionados en el mirador, que por supuesto en ningún momento se dedicaron a observar la ciudad, sus vistas no se despegaron de sus sexos y cuerpos desnudos. Estaban ebrios y el orgasmo no lo podrían concluir, se cansarían. Y el condón no daba para más. Tan exhaustos que se detuvieron y sólo la luz de un auto acercándose los despertó. Era hora de irse. 

7

Hace días que no se nada de su existencia, no lo he querido llamar, tengo la cagada en mi vida en estos momentos. Y prácticamente me encuentro sola, fumando un cigarrillo y observando como el humo se desvanece. Tengo una vergüenza, tengo una moral, tengo un orgullo, que están jugando con mi existencia. Siento que no debo abrir la boca, por que malas consecuencias me traería. Mis hijos no saben que pasa, y Pablo se pregunta todavía, como mierda le puede suceder esto. Y no sé si llamar a Miguel, el celular me observa pero pareciera que quiere hablar y decirme: ¿y él te ha llamado? No le podría responder tampoco, por que tengo miedo hasta de mi celular. Es que he sido tan irresponsable, y ahora cosecharé un mal porvenir. Pero siempre dicen que: llega una y arrastra como veinte, pero también dicen: que después de la lluvia sale el sol. En definitiva estoy con los consuelos del tonto. Y mi celular insiste en que debo hacer esa llamada. Pero estoy histérica.

Creo que en este mueble tengo un güisqui, que me voy a poner a buscar hielo, es mejor que me tome esto hasta que quede seco el vaso.

Voy a llamar.

Te acuerdas viejito, cuando te dije que iba a terminar en atados el asuntito con la mina que andaba en el cumpleaños. Bueno yo no te había contado compadre, pero ese día de tu cumpleaños, nosotros fuimos pal’ mirador y estuvimos tirando caleta de rato. De ahí, livianito pa’ la casa como si nada hubiera pasado, deje a la mina cerca de un taxi. Y listo. Después no hablé con ellas varios días, y la verdad que no la quería llamar para que no se ilusionara conmigo, tu cachai que me había empezado a hablar de sentimientos, y tu cachai yo no soy de esa onda. Y bueno un día me llamó media copeteá y me dice que tenía la cagá en su vida: que el marido la había dejado y se fue con los hijos. Y le pregunté, ¿por qué? Y me dice que esa noche de tu cumpleaños, llegó a su casa igual bien copeteá, y se acostó. El problema es que el marido empezó a hacerse el lindo, y comenzó a tocarle el cuerpo. Ella igual se calentó, y las manitos bajaron más. Y cuando le tocó su chocho, ni te imaginas lo que pasó. Tenía el condón metido, hueón. Con el que yo me la había tirado.

Imagínate compadre la mansa cagadita . 


lunes, 16 de marzo de 2009

LA MAQUINA DEL TIEMPO


Con Jairo jugábamos en el canal que llevaba hacia mi casa, que en el campo, era un callejón extenso que cruzaba un gran galpón, donde más pequeño me dedicaba a buscar animales, y corríamos por la lluvia sin importar si nos resfriáramos. Nuestras madres que se protegían con el paraguas reían y disfrutaban, casi de la misma forma con nosotros.  

…aquella casa donde pasé los años más importantes de mi inspección por el  mundo, descubriendo nuevos senderos en aquel fundo donde trabajaba mi padre como un peón…

 

Jairo venía de la ciudad a vernos, y le enseñaba una nave espacial que tenía a la entrada de mi casa. Claro, era un tronco viejo de roble caído, que en las tardes se transformaba y me llevaba por los lugares del universo, que los libros de mi madre solamente me colocaban en conocimiento a esa edad de los cuatro años. Cuando recuerdo ese tiempo me maravillo de tantas cosas observadas. Es que estaba en medio de la vida misma. Una vida que era creada por las manos de mi padre. Y nos servía para sobrevivir, y subsistir de la manera más feudal posible. Eso sí mi padre no daba como trueque a su señora, claro estaba.

Jairo fue a visitarnos muy seguido y su madre, que encontraba muy preciosa, le hacía compañía a mi madre, mientras mi padre recorría el campo. Victoria era su nombre, y era la novia de mi tío Daniel. En ese entonces, mi tío sólo era un joven de veinticinco años, ella en cambio ya tenía un hijo y se le notaba en su rostro que había recorrido un buen camino. Uno de esos rostros que con sólo enfrentar a sus ojos te entrega un montón de información, que quieres descubrir.

Mientras el cachondeo de Victoria y mi tío se tejían en casa, Yo con Jairo colocábamos trampas para pájaros, y no sabíamos que hacer con sus cuerpos. Existía igual un poco de distorsión en nuestras mentes. Hereditaria, tal vez.

Y así pasaron muchos años de niñez: muchas rodillas peladas, caídas desde árboles, retos de mamá, caballos de madera, columpios de los que saltabas, miedos perdidos, senderos en el fundo, ciruelas, pescando en el río, y tierra… mucha tierra.

Que nos fuimos limpiando con el tiempo, donde empezamos a ser más “limpios”, a comportarnos, según como nos condicionaran. A hacer vida social con gente que nunca en tu corta vida, habías visto. Donde los árboles, fueron cambiados por postes de luz. Donde la tierra, se convertía en asfalto. Donde a lo que todos llamamos, evolución. Ya no existía más aquel canal donde te mojabas completo y daba lo mismo enfermarse, ahora no sólo, no te puedes mojar bajo la lluvia, sino; que te quedas en casa encerrado viendo televisión y tomando medicamentos para evitar los resfríos.

Entonces ahora ya en otra faceta de mi vida, me pregunto ¿qué es?, ¿lo realmente que me enfermó? Daría lo que fuera por volver a ese campo y jugar sin fin alguno. Pero volver a atrás no cambiaría nada. Con Jairo, no podríamos volver a jugar, si le pidiera en este momento, que nos subiéramos a la máquina del tiempo que he construido.

Ayer fue cuando lo divisé, y el tiempo se había encargado de mostrarle físicamente que la decisión que había tomado no fue la más correcta.

Después que nos dejamos de ver, cuando lo del campo ya se había acabado una vez que mis padres emigraron a la ciudad, me enteré de que su madre fue una prostituta, se había enamorado de mi tío, pero el cáncer producto del cigarrillo consumió su vida. Y el amor que la había enceguecido con Daniel.

Jairo lamentó demasiado la perdida de su madre y los vicios hicieron de él, un nuevo hombre, la sonrisa gigante que mostraba cuando pequeño, ahora era sumisa ante mi saludo. Pensé que no me reconocería,  pero observó desde lejos que venía y dijo mi nombre. Fue un saludo fraterno, y en un momento él subió a mi máquina del tiempo, y nos fuimos a aquellos senderos donde colocábamos trampas para pájaros. Y la sonrisa brotaba, y se plasmaba en nuestros rostros. Jairo rió, y me preguntó que: cuántos "pitos" quería. Levanté mi mano y señalé con mis dedos el número tres. Mientras con la otra le pasaba el dinero.

 

  

jueves, 5 de marzo de 2009

AMALIA Y ANTONIO















En un café se encontraron, en medio de la multitud, como si lo hubiesen predecido. El aire, las nubes e incluso el sol estaban perfectos en sus grados precisos, para iluminar los rostros de estos amantes.
Tomaron asiento Amalia y Antonio; ella con semblante perfecta y él un caballero por donde le vieras, para emprender un viaje que los transportara más allá de sus miradas. Que el universo girara rápidamente, y sin titubear elegir un destino, como en una ruleta rusa. Cuando el arma gira, gira, gira y decididamente cierras la caja portadora de muerte instantánea. De esa forma, elegir su suerte ambos amantes… locos de furor.
El mesero les ofreció refrescarse, para bajar la intensidad de las llamas que emitían en aquel lugar. Aceptaron. Y tímidamente como si no se conociesen, como si fuera la primera vez que se veían, se saludaban. Así eran sus encuentros diarios, apasionados, furtivos, temerosos. No existía un vicio constante de las ideas, nunca existió un vacío siempre pensaban en que si la vida deparaba lo peor, que así fuese. Ya estaban conformes sus almas de haber encontrado aquel complemento eterno. Una llama que no extingue su fulgor.
En aquel café reían y propagaban hacia todos los asistentes partículas electrónicas que inyectaban feromonas como un remedio para el cuerpo.
Amalia lo observaba con intimidantes ojos, con su boca suave y perfecta. Y aquel perfume entre tabaco y vainilla que emitía esta musa de poemas, se introducía lentamente por las vías nasales, impregnándose en la mente de Antonio por siempre.
Él dócilmente la sujetó de hombros y con un gesto casi paternal, pero obsceno. Hizo que sus labios se humedecieran de aquella boca pintada femeninamente.
Escaparon de aquel café y entre las calles un candombe los acompañaba. Sus lenguas se convirtieron en una y las caricias en aquellos pasajes del puerto alucian un notorio aceleramiento de sus pulsaciones. Al igual como se les erizaban los vellos, Antonio lentamente tocaba su cuerpo completamente sin pudor alguno. Ya estaba atardeciendo, y aquellas calles que en un momento se iluminaron con su presencia; se apagaban a medida que éstos se alejaban.
Antonio la acorraló en un pasillo bajó su mano lentamente por sus espigadas piernas, podía percibir la delicadeza de aquel cuerpo sensual y un calor que recorría a Amalia por su cintura. Cayeron en un transe, y se olvidaron del mundo al encontrarse en una encrucijada de pasión y erotismo. Sus cuerpos se fusionaban al ritmo del tango y el candombe ya que ahora se notaba en sus movimientos placenteros. Un perfecto balance, y unas manos que se volvían locas cuando recorrían cada espacio de la fisonomía. Descubriendo, dejarse ser dirigidos y que el chacras alimentara los pensamientos indecentes, que en ese instante amenazaban con estallar al mundo.
Sus voces, gemidos y palabras complacientes de un notorio suceso corporal ardiente. Los llevaron a recorrer la costanera, ahora eso sí; bajo la penumbra y la brisa marina que sirvió para llevarlos lentamente por los aires, tal cual como a las hojas que en otoño alicaen naturalmente y que en su último vivir se dejan llevar por el señor viento a un destino incierto.
Amalia y Antonio después de las doce de la noche se separan en aquel mismo lugar con un beso, y una caricia. Sin miedo alguno. Por que tener miedo Antonio –insegura. -¿Y quién tiene miedo?- seguro con su tono.
Se despiden bailando suavemente, antes de que sus vistas se pierdan en un algún punto del espacio.

…Aquel perfume todavía permanece en la costanera y en mi café el tabaco se fusiona, Amalia pronto llegará.

martes, 10 de febrero de 2009

VERÓNICA


Verónica susurraba lentamente su agonía y la sangre brotaba lentamente desde sus fauces. Gemía por auxilio, pero en ese instante nadie escuchó sus súplicas por vida.
Como siempre sucede en este sistema iluso e incomprensivo, que busca financiar sus más oscuros pensamientos.
Su cabello desdeñado, más la ropa que llevaba consigo creaban una imagen fantasmagórica. Verónica nunca entendió que después de todo aquel tiempo, nadie la escuchara, tal como ese instante. Incluso ya en una conformidad de su ser, sabiendo que vendría lo peor, insistió en gemir más fuerte. En levantar la voz desde las cavernas de la prehistoria. Buscando la evolución.
Verónica tenía una carrera y prontamente su porvenir tanto económico, como profesional se verían recompensados. Su imagen dentro de la sociedad calzaba perfectamente. Sin embargo, era un payaso con un buen maquillaje. El cual con mensajes subliminales le decía al sistema que la estaba pasando mal, pésimo.
Verónica nunca pensó que un golpe se transformaría en una bala que atravesaría su pulmón. No comprendió la idea de un ser con el cual; decidió estar toda la vida.
Claro, tal vez aquella cachetada que le propinó, después de una álgida y efusiva discusión. Pudo haber sido un arrebato. Eso pensaba Verónica. Que tal vez aquel arrebato había sido del momento.
Ese frenesí se volvió contra aquella percepción en su grado máximo. Y sin pensarlo dos balas atravesaban su pulmón izquierdo. Y aquellos ojos desenfrenados a los cuales en algún tiempo les dijo “sí, acepto”, “juro estar toda la vida contigo”, “te amo” pasaban como flash-back en aquel instante cayendo abruptamente y siendo arrastrada a un punto en el cual fuese imposible para los oídos del sistema escuchar el desgarro de aquella voz frágil y femenina.

Verónica me inspiraba en los ratos de ocio y después de aquellos dos balazos que escuché, un tercero se propagó por todo el vecindario. Mas las voces que se alzaban producto de que algo había caído abruptamente al suelo, desde el quinto piso. Provocaron que saliera tímidamente de mi apartamento, dos policías me apuntaron con sus armas. Levanté las manos, y turbado les dije que no entendía lo que sucedía.
-Es allá- señaló uno. Y como si un espectro me hubiese espantado, cerré por dentro mi puerta y gélido, apoyé la cabeza sobre la madera.
Y comprendí que no había hecho nada cuando supe que Verónica estaba a diez metros de distancia.

martes, 11 de noviembre de 2008

LA CHICA POWER

La chica power es entera de cuática, le encanta pasar las noches en vida, disfrutar del alcohol y las drogas. Por algo lo de su apodo, si incluso te puede dar una clase magistral de sexo...
La chica power está realmente rayada y me pregunto si existe alguna cura para ella. Tal vez si le agregáramos algo a esas pailas marinas que come a medio día en el mercado. Un remedio que calme esa ansiedad de placer...de lujuria.
A chica power la conocí en una fiesta (obviamente) en un estado sicodélico que ni con las mejores drogas he conseguido aún. Es que la chica power lleva años en el rubro y yo soy un mísero principiante todavía.
Aquella noche en que el floripondio nos llevaba a algún planeta desconocido me acerqué lentamente (error) hacia C.P. (chica power) y no alcancé a decir una palabra y ya estaba sobre mí, generando un espectáculo fascinante para la multitud que yacía en aquel lugar.
La C.P. hizo vibrar mi cuerpo de una forma majestuosa. Y después de terminar lo consumado sacó desde su cartera una jeringa y se inyectó heroína... y fue cuando pensé que la chica power acabaría con su vida... pero no, "era power".
Embelesados y moribundos en la alfombra tocábamos nuestras manos como si fuesen una seda, la mejor tela creada por alguna autóctona de un país del medio oriente. Y reíamos eternamente, girando como un remolino de viento.
La chica power me agradecía aquel momento en que nuestros cuerpos se fusionaron, y yo no tenía palabras en mi boca sólo reía. La C.P. escondía algo entre ese rimel negro que se había corrido con el sudor que habíamos emitido. En el fondo de sus ojos yacía un secreto…algo que no debía tener contacto con el ser humano ordinario... yo no lo soy. Y fue cuando la chica power intento decir algo. Sin embargo, la música volvió a estallar en altos decibeles y me dice:
"-olvídalo- echando su mano hacia atrás".